jueves, 24 de enero de 2008

chaco


Le hablo y me habla. Si es raro para él, que se imagine lo raro que es para mi que ahora seamos 3. Me sigue. NO NO NO! nada de pelotitas a él le gustan los cables. Muy canchero se sube al sillón. NO NO NO! nada de puff a él le gusta el sillón definitivamente. Unos masajes en la pancita bastan para que se despatarre y estire las patitas, es muy curioso porque lo hace sincronizado, primero una y después la otra. Cuando me voy me pregunto que hará en mi ausencia. Lo quiero, sí ya aprendí a quererlo. Ahora resulta que todos tienen gatitos y son lo más maravilloso que hay. ¿Siempre fue así o antes me importaba un bledo? Es tan educado que carece de sentido alguno levantarle la voz con algún reto. Me da pena recordarlo en el montículo de arena donde se encontraba cuando Nati lo descubrió. Se siente cómodo, así lo demuestra. Para él los 48 metros cuadrados de departamento son un caserón porque parece que nunca termina de recorrerlos. Le hablo, no contesta....tiene sueño.

sábado, 19 de enero de 2008

gotitas milagrosas


Mi vieja siempre tuvo esa dualidad. Infinita reverencia hacia los médicos y la medicina y una apertura insólita hacia las terapias alternativas, que puedo asegurar que fueron más efectivas que la medicina tradicional.
Yo le tenía miedo a la oscuridad, sobre todo a mi cortina a oscuras en la que imaginaba formas y personajes, pero había algo que lo superaba. Mi mayor temor era a los esqueletos. El laboratorio de mi colegio tenía un huesudo ser que asomaba en la ventana y al que yo temía con fanatismo. Tenía 12 años y pasaba corriendo por ahí con tal de no verlo. Mis amables compañeras con ánimo de que yo eliminara mi trauma me agarron de los pies y las muñecas y me llevaron a enfrentarme con él. Fue tan fuerte mi temor que empezé a gritar y me fui corriendo espontadísima. Mi vieja que lo consideraba una fobia in-cre-i-ble (no precisamente hablando de fasinación), se hartó y me llevó a hablar con la especialista en "miedos".
Yo estaba sentada frente a la doctora, ella haciendome el entre para que yo despliegue mi temor avergonzante y yo muerta de verguenza. Finalmente cedí y le confesé mi problemita. Ella amablemente me explicó que era normal y que debía superarlo con la ayudita de unas gotitas que servian para eso. Entonces me dió las flores de bach. Las tomé por mucho tiempo y sugestionada o no los temores se iban superando.
Llegó el día en que me cansé y decidí enfrentar al sujeto que se apoderaba de mis pesadillas y que lograba que yo acelere mi paso cuando me acercaba al laboratorio. Hay que tener mucho valor para enfrentarse cara cara con el pánico. Yo lo hice. Junté fuerza, respiré hondo y abrí la puerta. Ahí estaba el desgraciado riendose de mi con la boca abierta y medio destartalado. En ese momento me sentí una estúpida porque realmente fueron 13 años de mi vida evadiendo su presencia y tapandome los ojos ni bien aparecía su imagen, haciendome la película de terror. No podía creer que "eso" me diera tanto pánico. Finalmente ese día termine bailando con el esqueleto y mis compañeras aplaudian dando por finalizado el circo diario de pasar corriendo por el pasillo.
Llegué a casa y con el pecho inflado le conté a mi vieja esperando su felicitación. Ella visiblemente emocionada por su hallazgo me dijo: ¡Viste! Las flores de Bach.
En la actualidad mi vieja continúa adjudicándole el poder de milagrosas a las gotitas: "Te ayudaron mucho Carito".

jueves, 17 de enero de 2008

yo ví el cielo


12 horas de viaje. humitas. dale...¡Cabalgá!. tu éxito de hacerme reir todo el tiempo. dejar por fín atrás el año que pasó. recibir con tu beso el año nuevo entre la inmensidad de los cerros. sorprendidos por la belleza de lo desconocido. $1 para el agua del mate. empanadas. melodias nuevas para mi, conocidas para vos. sacá las cartas. yo de capital, él de pergamino. el cerro de los siete colores. un pueblo a 4000 metros de altura. ¡tengo frío!. ¿Vamos a Bolivia?. ¿Tiene habitación?. no entra nada más en la mochila. llamas, cabritos y...¿no era que viajabamos con gallinas también?. 1 paisaje diferente cada 15 minutos. el cielo se refleja con el agua de la sal. quedan pocos días, no me quiero volver. me duele la panza de tanto reirme. 700 fotos. 2 bolivianos de recuerdo. los colores de la gente y del lugar. mi corazón lleno de recuerdos para siempre, hasta volver algún día...con vos.